martes, 25 de octubre de 2016

Síndrome de Estocolmo desordenado


No todos los secuestros 
empiezan con violencia 
gritos ventanillas abiertas.

No todos los secuestros 
empiezan con violencia 
algunos empiezan 
con un beso.

viernes, 5 de junio de 2015

La maldición de las ventanas abiertas

La foto estaba aquí

Se me ha colado, con el ruido de los pájaros, la mañana en pleno insomnio.

(Ayer vi un gorrión que, como yo, no sabía despegar. 
Luego vi uno muerto que nunca aprenderá a volar.
Un pájaro que muere sin volar es un humano que muere sin amar.
Quise llorar.)
Se ha colado el olor a café recién hecho.
A naranja recién exprimida.
A tostada olvidada en plena clase de portugués en el aseo.
Se ha colado el bostezo ajeno y he bostezado.
Siempre pasa.

Despertador y taquicardia.
Maldito, te haré pedazos si no te callas.

Se ha colado el olor a frío de siete de la mañana y sus colores.
Se ha colado el sonido de los primeros coches que buscan con desgana su fábrica de zapatos.
También el silencio de alguna bici.
Se me ha colado otro recuerdo funesto
y he elegido una cara para hoy que me defienda de la semana ante un vulgar espejo.

(Ayer entré en una neurona. 
Estaba llena de mí porque era una neurona espejo. 
Me sentí un poco Alicia.
Pero no había risa de gato.
Ni botes pidiendo "bébeme")

Esta noche, lo prometo, cierro la ventana.

domingo, 9 de febrero de 2014

Inventario

Ilustración: Solange Cabrino Fernández

Talé todos los sauces
que me brotaban
de los ojos

Guardé un órgano inútil
en el último bolsillo
de la última piel
que me arrancaron

Y ahora tengo:

[1] piel ajena que late bajo
[1] cremallera atascada

[3X365] árboles que no saben crecer

[1] habitación con vistas a la nada junto a
[1] pulmón en pleno invierno

martes, 11 de junio de 2013

Me prohíbo

Me prohíbo esperar a las horas que sólo vienen a hacer ruido 
disfrazadas de péndulos, alarmas y otros daños colaterales.

Si llegan me encontrarán sin reloj y tan perdida como siempre
orientándome con el sol de madrugada que nunca me falló.

A las fechas les deseo una sodomía placentera,
pero a mí que me dejen bien quieta y muy tú cuando no dices nada,
que ya no bailo con el tiempo numerado y sus derrotas.

No puedo recibir a quien pasa más tiempo yendo que viniendo,
no puedo vivir sobre dos ruedas si sólo sé volar sola.

No me someteré a la dictadura de las despedidas deliberadas,
encorsetadas por la desgana de un mundo que no para de rendirse.

Me niego a casi todo, a que me duelas en el lado izquierdo,
 a esperar a que te vayas
y a todas esas catástrofes rosas que detienen el mundo a veces.

Hablas de la primavera y sus alteraciones
como si no supieras que en estaciones intermedias soy un poco agnóstica.

Como si no supieras que sé que la inventas una vez al año para dar nombre a dos mitades
de dos estaciones que no son más que las dos caras de tu abrigo.

Como si no supieras que estuve dentro y fuera a la vez.

domingo, 26 de mayo de 2013

Lo de afuera

Lo que pasaba al otro lado de mi ventana

El cielo grita soy un fuego breve
aprovéchame
(dentro naufragamos en seco)

El árbol grita viento
suéltame
(dentro ansiamos que nos empujen)

Si el cristal que nos separa es tan frágil
como todos esos vasos que ya no tenemos
¿qué nos aleja?

La noche que llega y el frío
que me reservo en el fondo de los huesos
inventamos formas ineficaces de impedir
el regreso de la estación temida

Viene con sacos de insomnio, sudor y
cucarachas ansiosas por llegar
a cualquier grieta,
por llegar con vida