Ay, tan simple y certero que me has tocado alguna fibrilla de ahí adentro. Y es que los peores secuestros empiezan con un beso y terminan con llamadas telefónicas de emergencia.
Un abrazo.
PD: Me alegró tu visita y me alegró mucho volver a leerte. Parece que ya me he recuperado de un verano devastador mentalmente hablando, y ya estoy volviendo a escribir. Espero que tú también lo sigas haciendo.
Cuando la entrega es voluntaria la caída puede ser mucho más mortal.
ResponderEliminarDelicioso el modo en el que presentas esa realidad.
¿Y cómo saber que el beso no quiere más que nuestra sangre?
ResponderEliminar¿Que se acerca para oler las venas y clavar su colmillo dorado?
Inteligente y hermoso.
Sencillo y poderoso. Creo que voy a seguir asiduamente este blog, es dificil encontrar bloggers que sepan transmitir realmente con la poesía.
ResponderEliminarMuy bello, qué bueno leerte!... (sobre los peligros del beso, apago la luz, pienso...) Un saludo, Ely.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAy, tan simple y certero que me has tocado alguna fibrilla de ahí adentro.
ResponderEliminarY es que los peores secuestros empiezan con un beso y terminan con llamadas telefónicas de emergencia.
Un abrazo.
PD: Me alegró tu visita y me alegró mucho volver a leerte.
Parece que ya me he recuperado de un verano devastador mentalmente hablando, y ya estoy volviendo a escribir. Espero que tú también lo sigas haciendo.
Un abrazo.
cuando una tortura se vuelve opcional...así es el corazón
ResponderEliminarY a veces nunca se termina de pagar el rescate, ¿verdad?
ResponderEliminarUn saludo, genial poema. Desde luego has escrito una verdad universal.
y sep buen fin
ResponderEliminarMe encanta.
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