martes, 25 de octubre de 2016

Síndrome de Estocolmo desordenado


No todos los secuestros 
empiezan con violencia 
gritos ventanillas abiertas.

No todos los secuestros 
empiezan con violencia 
algunos empiezan 
con un beso.

10 comentarios:

  1. Cuando la entrega es voluntaria la caída puede ser mucho más mortal.
    Delicioso el modo en el que presentas esa realidad.

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  2. ¿Y cómo saber que el beso no quiere más que nuestra sangre?
    ¿Que se acerca para oler las venas y clavar su colmillo dorado?
    Inteligente y hermoso.

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  3. Sencillo y poderoso. Creo que voy a seguir asiduamente este blog, es dificil encontrar bloggers que sepan transmitir realmente con la poesía.

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  4. Muy bello, qué bueno leerte!... (sobre los peligros del beso, apago la luz, pienso...) Un saludo, Ely.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Ay, tan simple y certero que me has tocado alguna fibrilla de ahí adentro.
    Y es que los peores secuestros empiezan con un beso y terminan con llamadas telefónicas de emergencia.

    Un abrazo.

    PD: Me alegró tu visita y me alegró mucho volver a leerte.
    Parece que ya me he recuperado de un verano devastador mentalmente hablando, y ya estoy volviendo a escribir. Espero que tú también lo sigas haciendo.

    Un abrazo.

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  7. cuando una tortura se vuelve opcional...así es el corazón

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  8. Y a veces nunca se termina de pagar el rescate, ¿verdad?

    Un saludo, genial poema. Desde luego has escrito una verdad universal.

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