jueves, 5 de julio de 2012
Bosque de sillas vacías
Del bosque de sillas vacías que fuimos
sólo queda el fracaso del viento
la lluvia que barre el polvo del tiempo y
nos desgasta con la
LEN-
TI-
TUD
de los caracoles que ascienden
por nuestras carcomidas patas
y se acomodan en nuestros respaldos
ávidos de espaldas eternas,
eternas de pura quietud.
Volver a gatear
con mis cuatro patas.
Gatear.
Volver, volver.
Nadie descansa
Nadie quiere venir.
Algún pájaro, si acaso,
visita rápida
y vuelta a volar.
Tan pájaro, a veces.
Tan silla, otras tantas.
Tan silla quieta.
Tu silla.
Sillas vacías
sillas sin mesas,
sillas en las que de estar ocupadas
nadie se vería la cara.
Desde las últimas filas
respaldos sin espaldas sin caras sin bocas sin voces.
Desde las primeras la nada y la inexpresión
que roba los gestos de quien no
ES-
PE-
RA
ni sueña.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me has hecho sentir una de esas sillas atrapadas en la quietud del tiempo, con su nostalgia y su abandono. Me gustó mucho. Se hace sentir muy adentro
ResponderEliminar