Foto de Robert S. Donovan |
Todo se ha perdido a tal velocidad que aún no sabemos o no queremos admitir nuestra derrota.
Porque es nuestra.
Encontrar el sentido, buscar su lugar en la estructura,
colocarlo sin saber muy bien del todo por qué exactamente en ese punto y a ese nivel,
es el peor de los castigos auto infligidos.
Es una tortura moral deliberada que no acabará mientras no agotemos sus últimos resortes y nos dejemos vencer.
Por el sueño, por el tedio, por la desilusión elevada a desencanto: dejarse.
Soy la piedrecita (o la pieza) que se incrusta poco a poco en tu pie
y nada hace la suela (o la mesa) por aliviar un daño incipiente.
Toc, toc, toc.
Dame permiso o tiraré la puerta abajo.
Toc, toc, toc.
Abre ese corazón o me hundiré contigo y volveremos a hacerlo pedazos.
Para esta humilde persona humana: precioso.
ResponderEliminarGracias, personica humana. Nos vemos en Sebastopol ;)
ResponderEliminar